A través del tiempo y a lo largo y ancho de la historia, una de las actividades más ricas y generalizadas de la humanidad ha sido el juego.
Jugar responde a la necesidad de expresar los deseos y ambiciones ocultas. Jugar es desafiarse, ensayar, intentar, fantasear, simular, combinar, crear…
Valores tales como la disciplina, el respeto por los demás, la interiorización de normas, la cooperación, el esfuerzo y la superación se manifiestan en el momento de jugar: un ensayo de lo posible y lo inédito, una oportunidad de liberar las más íntimas potencialidades y despertar futuras vocaciones.
El juego tiene la particularidad de integrar en cada acción los diversos tipos de contenidos. Juego y emoción se vinculan, siendo además atravesados por la acción. Algunas de las habilidades que propician las actividades lúdicas en el desarrollo de la inteligencia emocional son: motivación, constancia y espíritu de lucha frente a las decepciones, control del impulso, regulación del humor, empatía, autoconfianza y confianza grupal.
A nivel relacional, el juego es el inicio de la socialización y un medio de crear un clima distendido, de cooperación y respeto mutuo dentro del aula. Estimula el aprendizaje al mismo tiempo que aumenta el nivel de implicación como miembro de un equipo o un grupo.
Cada vez que un niño juega, construye un espacio en el cual ensaya destrezas y capacidades que no están dentro de sus posibilidades inmediatas, pero que utilizará en el futuro. Esta realidad se advierte en lo que los especialistas denominan zona de desarrollo próximo (ZDP), donde por medio del juego desarrollan habilidades que conformarán el siguiente paso dentro del desarrollo. Esta es la razón por la cual los juegos deben responder a las necesidades y capacidades inmediatas. Si corresponden a una destreza ya dominada por el niño, lo aburrirán. En cambio, si apuntan a una capacidad que está más allá de su ZDP, se frustrará.
La significatividad, la implicación y la motivación son condiciones propicias para elaborar e idear los propios juegos a partir de los contenidos curriculares. Según se establece en el currículum de educación infantil, uno de los métodos de trabajo de los diferentes contenidos educativos estará basado -en ambos ciclos-, precisamente, en el juego. El juego es concebido como una herramienta válida y adecuada para el aprendizaje. El juego, como actividad, permite desde el diagnóstico hasta el desarrollo de programas y proyectos con diversos objetivos: prevención orientación, entrenamiento, atención a la diversidad y detección de conflictos y problemas. Lo importante es reafirmar el juego como aliado de los aprendizajes por medio de los cuales niñas y niños aprenden a relacionarse consigo mismos, con los otros y con el mundo que los rodea.
De cara al trabajo de los distintos contenidos curriculares, las posibilidades que brinda el juego son innumerables. Así, por ejemplo, para abordar la enseñanza-aprendizaje del lenguaje es posible utilizar juegos de palabras, trabalenguas, retahílas, juegos varios como dóminos de vocabulario, bingos de verbos, etc., memorización de canciones, juegos de memoria y discriminación visual…
http://www.entretizas.org/spip.php?article326
Se puede trabajar el desarrollo psicomotor y la expresión corporal mediante juegos de acompañamiento de canciones con movimientos corporales y gestos, competencias entre grupos…
video subido desde youtube - chu chu ua
En fin, las posibilidades del juego son inagotables.
Referencias:
Revista Juegos didácticos Nº6. Septiembre 2007. Editorial Ediba. España.
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