
Tal y como sostiene Tejerina, el juego es el fundamento de la dramatización, ya sea por medio cuerpo y/o de la voz, de los títeres, de máscaras, del teatro de sombras o de luz negra, disfrazados o sin apoyo escénico…
A través de la dramatización nos conocemos a nosotros mismos en relación con los demás. Cuando el niño representa un personaje diferente a sí mismo, adopta otro punto de vista, se coloca en el lugar del otro, lo que favorece la empatía.
También el juego dramático tiene un valor terapéutico, ya que mediante la reconstrucción de situaciones conflictivas, el niño se “libera” de la agresividad, canalizando los problemas a través del juego. Al mismo tiempo es un medio para conocer al niño y sus dificultades.
Sin embargo, la dramatización no es únicamente una válvula de escape sino que es un medio para explorar la realidad y un método de análisis de esta realidad.
El Juego dramático precisa, además, de la cooperación de los niños, del trabajo en grupo, de la toma de acuerdos, del respeto a las normas y reglas acordadas y, por lo tanto, de un control sobre sí mismos. Al intentar recrear un tema juntos, tienen que aceptar límites y adaptarse a los deseos y motivaciones de otros jugadores y experimentar el valor de la negociación y de la cooperación, así como de la iniciativa.
A su vez, el hecho de re-crear situaciones imaginarias es una forma de desarrollar el pensamiento abstracto y la creatividad.
Por otra parte, la dramatización o expresión dramática es un instrumento de capacitación lingüística y constituye un importante medio para estimular a los niños a hablar y ejercitar la expresión, al tiempo que también ayuda en los aspectos relacionados con el desarrollo psicomotor.
En conclusión, el Juego dramático favorece el desarrollo integral de la persona, aunque no debemos olvidar que los juegos de drama son juegos y los niños los juegan porque les divierte no porque quieran practicar algún comportamiento o comprender mejor al compañero.
El taller de Juego Dramático agrupa un conjunto de prácticas diversas: juegos de calentamiento, de conocimiento y desinhibición, tradicionales y cooperativos, de creatividad y expresión, orales y de dramatización. Estas actividades integran tanto el desarrollo de habilidades sociales como de expresión: juegos cooperativos y de integración en el grupo, juegos de roles, improvisaciones, elaboración de historias, dramatización de cuentos, composición de canciones y ritmos, confección de disfraces, construcción de máscaras y objetos de escenografía, pintura de decorados, etc.
Los niños pueden jugar para sí mismos o actuar ante sus compañeros en representaciones que no pierdan su carácter experimental, bien al descubierto o con la ayuda de máscaras, ocultos tras el teatro de guiñol, a través de la pantalla de sombras o por medio de la luz negra.
La importancia educativa de la Dramatización reside en que agrupa todos los recursos expresivos del ser humano. Es completa en cuanto que coordina las cuatro herramientas que tradicionalmente consideramos básicas para tal fin: lingüística, corporal, plástica y rítmico-musical, ofrece un lenguaje globalizador.
Podemos programar actividades para el desarrollo de cada aspecto por separado, aunque habitualmente busquemos la convergencia y la integración de lenguajes. Enumeramos algunos ejemplos de actividades enmarcadas en cada uno de los cuatro tipos de lenguajes que trabajamos con la dramatización:
• La expresión lingüística: el lenguaje tiene protagonismo en los juegos orales de creatividad y expresión, en las improvisaciones, en la elaboración de los diálogos y guiones teatrales, sin excluir el lenguaje escrito, sobre todo cuando se trata de cursos superiores. Asimismo se puede trabajar la comprensión y la expresión en una segunda lengua a través de juegos y actividades similares a las practicadas en lenguaje materno.
• La expresión corporal: los juegos tradicionales, de calentamiento, de desinhibición y expresión, las dramatizaciones, etc., nos ayudan a tomar conciencia de nuestro cuerpo y sus posibilidades, aprendiendo a utilizarlo, tanto desde el punto de vista motriz como de su capacidad expresiva y creadora.
• La expresión plástica: aporta la base técnica de disfraces, maquillajes, máscaras, muñecos (títeres, marionetas, siluetas para teatro de sombras y elementos para luz negra), efectos plásticos escenográficos (la luz y el color), espacios escénicos y utilería (objetos, mobiliario, telones), etc. Se potencia el uso imaginativo en la caracterización de personajes y la recreación escénica de situaciones partiendo de la transformación de los elementos del entorno y el empleo de los materiales escolares disponibles, así como objetos de desecho. Respecto a los disfraces, en lugar de los trajes confeccionados por las madres o comprados, es mucho más creativo utilizar materiales usados con los que se puede crear un buen disfraz. El mero hecho de usar una prenda normal de forma desacostumbrada puede resultar sorprendente. La preparación no tiene que ocupar mucho tiempo, es un apoyo de la ficción y no debe estorbar la dinámica del juego.